1.4. Los discípulos en el evangelio de Juan
En el evangelio de Juan los discípulos se identifican
prácticamente con los creyentes. La distinción que hacen los Sinópticos entre
diversos grupos de seguidores de Jesús (los Doce, otros discípulos, la gente)
no es tan clara en Juan. El grupo de los Doce sólo aparece en un pasaje a lo
largo de todo el evangelio (Jn 6,70-71), y no es representativo de la visión
joánica del discipulado. El discípulo ideal no es Pedro, sino el Discípulo
Amado, que es presentado como modelo de fe en Jesús (Jn 20,3-9. 20-21). Los
discípulos son, ante todo, los que creen en Jesús (Jn 2,11), y todo el que está
unido a él por la fe es un discípulo (Jn 15,1-8).
Esta visión de los discípulos refleja más la situación de
la comunidad de Juan, que la experiencia histórica de los primeros seguidores
de Jesús. Los discípulos de Jesús, en cuanto modelo de la comunidad joánica,
siguen a lo largo del evangelio un proceso de iniciación que les conducirá al
conocimiento pleno y a la fe. Las dos primeras secciones del evangelio
presentan, sucesivamente, el proceso de fe de los discípulos (Jn 1,19-2,11), y
las actitudes de algunos personajes representativos (Jn 2, 12-4, 54). A partir
de entonces, los que han creído en Jesús vivirán junto a él un proceso de
enfrentamiento y diferenciación con respecto a "los judíos" (Jn
5-12). Esta confrontación los preparará para una intensa iniciación (Jn 13-17),
que culminará con la manifestación de Jesús y la efusión del Espíritu (Jn 20).
El momento en que mejor se expresa la concepción que Juan
tiene del discipulado es la larga sección en torno a la cena de despedida de
Jesús, que es propia de este evangelio (Jn 13-17). Jesús se encuentra sólo con
sus discípulos y va guiándoles a través de un proceso de iniciación que pasa
por diversas fases. A lo largo de este proceso van apareciendo los rasgos
característicos del discípulo: un amor como el de Jesús, la unión íntima con él
y con el Padre, y sobre todo la posesión del Espíritu. El Espíritu, prometido
aquí repetidas veces e infundido en ellos después de la resurrección (Jn
20,19-23), es quien les quien les mantiene unidos a Jesús y les ayuda a
entender sus signos y sus enseñanzas.
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