1.2. Los discípulos en el evangelio de Mateo
La imagen de los discípulos que encontramos en primer
evangelio es mucho más positiva que la de Marcos. Mateo ha matizado y corregido
algunos detalles en los textos que ha tomado de Marcos, pero además ha incluido
en su evangelio algunas instrucciones acerca del discipulado procedentes de Q,
así como tradiciones que no se encuentran en ningún otro evangelio. Basta
comparar el final de ambos evangelios para hacernos una idea de estas
diferencias. El de Marcos terminaba originalmente de una forma enigmática (Mc
16,8), que deja en una situación comprometida a los Doce. Sin embargo, en Mateo
los Doce son invitados por Jesús repetidamente a un encuentro en el que
quedarán rehabilitados, y Jesús les encargará una misión de horizontes
universales (Mt 26,32; 28,7.10.16).
En la visión que Mateo tiene de los discípulos —lo mismo
que en su visión de Jesús— la época anterior a la Pascua y la posterior se
funden, de modo que los discípulos son, al mismo tiempo, un reflejo de la
experiencia vivida junto al Jesús terreno, y de la relación que luego tuvieron
con el Resucitado. Lo que mejor les caracteriza no es la incomprensión como en
Marcos, sino la poca fe. Esta actitud aparece en un pasaje muy representativo
de la visión que Mateo tiene de los discípulos: aquel en que Pedro intenta ir
caminando hacia Jesús sobre las aguas (Mt 14,28-31). Lo que le pasa a Pedro en
este relato (quiere ir hacia Jesús, vacila ante las dificultades, es salvado
por él) es lo que viven los discípulos en la comunidad de Mateo. Jesús les dice
a ellos lo mismo que le dice a Pedro: "Hombre de poca fe, ¿por qué has
vacilado?".
En esta situación es
importante que los discípulos cultiven dos actitudes: la fe en Jesús, y la
capacidad de comprender sus enseñanzas. Estas son, de hecho las dos cualidades
que mejor caracterizan al discípulo ideal en el evangelio de Mateo. Detrás de
esta insistencia puede entreverse la situación hostil en que vivía su
comunidad, acosada por el Judaísmo Fariseo, que cuestionaba constantemente su
confesión de fe en Jesús, y discutía su interpretación de la Ley de Moisés. La
insistencia en la necesidad de la fe, que determina la redacción mateana de los
relatos de milagros, y la larga instrucción dirigida a los discípulos en el
Sermón del Monte (Mt 5-7) responden a esta intención de fortalecer la fe de los
discípulos y proporcionarles una interpretación autorizada de la Ley
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