1.1. Los discípulos en el evangelio de Marcos
La actuación de los discípulos en el evangelio de Marcos
está marcada por el contraste. En muchos pasajes, sobre todo en la primera
mitad del evangelio (Mc 1,14-8,26), los discípulos aparecen bajo una luz
positiva, pues responden con prontitud a la llamada de Jesús, le acompañan en
todo momento, escuchan sus enseñanzas y son testigos de sus signos, comparten
su estilo de vida y las críticas que suscita. De entre ellos Jesús escogió a un
grupo de Doce (Mc 3,13-19), para que le acompañaran y para enviarlos a predicar
el mismo mensaje que él anunciaba (Mc 6,7-13).
Sin embargo, a medida que avanza el relato, va emergiendo
una imagen negativa de los discípulos, que se caracteriza por la incomprensión.
Los primeros indicios de esta actitud aparecen en la llamada sección de los
panes (Mc 6,6b-8,26), en la que los discípulos parecen no comprender qué es lo
que Jesús quiere decirles. Esta incomprensión se hace más explícita en la
sección siguiente (Mc 8,27-10,52), en la que repetidamente manifiestan su
incapacidad para entender el camino de Jesús hacia la cruz, y se niegan a
aceptar que ser discípulos implica seguirle en este mismo camino de entrega y
servicio. Finalmente, toda esta incomprensión y rechazo de los discípulos llega
a su culmen en la pasión, cuando uno de los Doce le entrega, el resto le
abandona, y Pedro niega conocerle (Mc 14,43-47. 50. 66-72).
Es muy probable que este contraste de actitudes refleje
en cierto modo las contradicciones que de hecho vivieron los discípulos de
Jesús, pero es evidente que Marcos ha acentuado los rasgos negativos. La razón
por la que lo hizo es todavía un asunto discutido, pero es probable que le
hayan guiado intenciones catequéticas. El principal escollo en el que tropiezan
los discípulos es la aceptación de la cruz de Jesús y las consecuencias que
ésta tiene para ellos. Es probable que Marcos se esté dirigiendo a una
comunidad que ve a Jesús, sobre todo, en su dimensión triunfante y gloriosa
(Mesías, Señor), pero tiene dificultades en aceptar su dimensión sufriente
(Hijo del hombre). A través de los discípulos, Marcos les propone un camino
para relativizar lo primero y asumir vitalmente lo segundo. En este proceso es
decisivo el papel que desempeñan las discípulas. Ellas, que han estado ocultas
a lo largo de todo el relato, aparecen en el momento de la pasión, como
testigos de su cruz y sepultura (Mc 15,40-41. 47), y por eso serán ellas las
primeras en conocer que Jesús ha resucitado (Mc 16,1-8). Al final del relato,
el lector de Marcos tiene la impresión de que estas mujeres, y no los Doce, son
el modelo de discipulado que el evangelista propone a su comunidad.
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