Somos Mas Que Vencedores por medio de aquel que nos amo.Rom .8:37
miércoles, 13 de enero de 2016
lunes, 11 de enero de 2016
GRAN REVELACION NOS VIENE DANDO NUESTRO DIOS EN EZEQUIEL 47:9
TEMA: Río de Vida
Un mensaje sobre como estará la iglesia justo antes de la venida del Señor.
Desde hace muchìsimo tiempo el Señor Padre Todopoderoso, nos viene mostrando a nuestro ministerio en este verso Ezequiel 47:9, y tenìa una gran inquietud de lo que el Señor nos quiere decir, pero no lo entendìamos, hemos querido profundizar este tema y aquì se lo vamos a mostrar.
El profeta Ezequiel recibió una visión increíble.
Las Escrituras dicen que la mano de Dios llevo a Ezequiel a la misma cima de
una montaña, donde se le apareció un hombre “…cuyo aspecto era como aspecto de
bronce” (Ezequiel 40:3). Juan describe una visión similar de un hombre que se
le apareció en la Isla de Patmos: “y sus pies semejantes al bronce bruñido,
refulgente como en un horno” (Apocalipsis 1:15).
Por supuesto que el
hombre en ambos pasajes no es otro sino Cristo mismo. Él llevó a Ezequiel a la
puerta de la casa de Dios, donde él le dio al profeta la maravillosa visión.
Era una visión del futuro del pueblo de Dios, revelando lo que el cuerpo de
Cristo seria mientras se acercaban los últimos tiempos. Ezequiel escribe:
“Me hizo volver luego
a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la
casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente; y las
aguas descendían de debajo hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar…
“Y salió el varón
hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo
pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por
las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las
aguas hasta los lomos.
“Midió otros mil, y
era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera
que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de
hombre?…
“Y junto al río, en la
ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas
nunca caerán, ni faltara su fruto. A su tiempo madurara, porque sus aguas salen
del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” (Ezequiel
47:1, 3-6, 12).
Ahora bien, imágenes
de agua en la Biblia casi siempre representan el Espíritu de Dios. Esta visión
claramente revela un derramamiento poderoso del Espíritu Santo en los últimos
días. La visión fue tan poderosa, tan abrumante en su alcance, que Ezequiel no
la comprendía. El ni siquiera podía comentar acerca de su significado; lo único
que podía hacer era reportarlo. En efecto, antes que la visión terminara, el
Señor se detuvo y le pregunto a Ezequiel, “¿Has visto,…?” (47:6).
Dios le preguntaba a
Ezequiel, en esencia, “¿Puedes comprender la magnitud de lo estas viendo? ¿Eres
capaz de comprender el poder profético de esta visión? ¿Puedes ver de lo que
hablan estas aguas crecientes, como indican la forma en que todas las cosas
terminaran? Dime, Ezequiel, ¿puedes ver la gloria de la venida del Señor en
esta visión? Sé que esta revelación es terrible y espeluznante para ti. Pero no
quiero que pierdas su verdadero significado.”
Mientras releo este
pasaje, el Espíritu Santo me detuvo en el mismo versículo donde detuvo a
Ezequiel. Y el me hizo la misma pregunta que le hizo al profeta del Antiguo
Testamento: “David, ¿puedes entender que esta es una gran profecía, directa del
trono del Padre? ¿Puedes comprender como describe a la iglesia en estos últimos
días? ¿Estas comprendiendo el significado del río creciente?”
La visión debió
asombrar a Ezequiel. Aunque las Escrituras no mencionan esto específicamente,
estoy convencido que el profeta no entendió lo que estaba viendo. Todos los
profetas del Antiguo Testamento tenían una visión limitada de Cristo. Jesús
mismo nos dice, “Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos
desearon ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Oíd, pues…” (Mateo 13:17-18).
Note esas ultimas dos
palabras: “Oíd, pues…” Cristo nos dice a nosotros, “No pierdas esto. No dejes
de ver lo que se te esta revelando.”
Exactamente, ¿qué es
lo que el Señor revela en esta visión profética?
Viene un derramamiento
creciente del Espíritu Santo.
creciente del Espíritu Santo.
Esto era lo que le fue
mostrado a Ezequiel: En los últimos días, la iglesia de Jesucristo será más gloriosa,
mas victoriosa, que en toda su historia. El verdadero cuerpo del Señor no se
debilitara ni se chisporroteara. No menguara en números, o disminuirá en poder
o autoridad espiritual. No, su iglesia se ira en una llama de poder y gloria. Y
gozara de la más plena revelación de Jesús jamás vista.
Ezequiel escribe, “…y
por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del a Mar
Grande.” (Ezequiel 47:10). ¿Puedes entender lo que se dice aquí? Viene un
cuerpo de creyentes que nadara en las aguas crecientes de la presencia del
Señor. Y su presencia entre su pueblo se incrementara hasta el final.
“Somos el nuevo mover
de Dios. Lo que el esta haciendo en estos últimos días comenzara aquí mismo, en
nuestros medios. Y fluirá de este cuerpo. Así, que más vale que vengas y te
unas a nosotros, porque nosotros tenemos la visión. Somos el mismo centro de la
cosa nueva que Dios esta haciendo en la tierra en este tiempo. Y su red sale
directamente de nosotros.”
Esta actitud no es tan
solo de autoservicio, sino que limita a Dios. Ciertamente, entorpece su mover
de la misma manera que muchas denominaciones hicieron durante siglos. Esos
grupos dieron la impresión que solo ellos representaban el mover de Dios en la
tierra. Y ahora, trágicamente, la historia se esta repitiendo.
En efecto, veo que hoy
están resucitando una vieja falsa doctrina. Sencillamente, dice, “Dios solo
tiene una iglesia en cualquier área o ciudad en particular. Y solo puede haber
una sola autoridad espiritual que rige en esa área.” Aquellos que promueven
esta horrible doctrina asignan apóstoles o lideres para que “reinen” sobre esas
áreas. Conozco a ciertos apóstoles y profetas auto asignados en la Ciudad de
Nueva York. Ellos creen que solo ellos tienen autoridad sobre el reino
espiritual aquí.
Todavía existe otra
forma en que la iglesia tiende a limitarse en la actualidad. Tienden a mirar
atrás a la iglesia del primer siglo y los apóstoles originales, como si esos
antiguos creyentes tuvieron una mejor revelación de lo que el cuerpo de Cristo
debería ser. Tales grupos derraman sus estudios, energías y devoción tratando
de imitar o captar los métodos de la iglesia primitiva.
Pero el Señor no
necesariamente quiere que volvamos a las formas de la iglesia primitiva. La
verdad es, que el ha planeado algo mucho mejor para su pueblo en estos últimos
días. ¿Por que tenemos que volver al gotear de agua que tomo lugar en la
iglesia primitiva, cuando él nos ha dado “aguas para nadar” hoy?
Esto es exactamente lo
que Dios nos esta mostrando en la visión de las aguas crecientes de Ezequiel:
“…y midió mil codos, y
me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo
pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar
por las aguas hasta los lomos.” (Ezequiel 47:3-4).
Ezequiel esta hablando
aquí de un aumento del Espíritu Santo. En los últimos días habrá un aumento de
la presencia de Dios entre su pueblo.
El mismo manantial y
fuente de este río es la Cruz. Vemos una imagen literal de esto en siguiente
versículo: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al
instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).
Esta pequeña cantidad
de agua fue lo que Ezequiel vio mientras la visión se abría ante él. Mientras
él miraba la casa de Dios, el vio que una gota salió “de debajo del umbral de
la casa hacia el oriente; … las aguas descendían de debajo hacia el lado
derecho de la casa, al sur del altar…y vi que las aguas salían del lado
derecho.” (Ezequiel 47:1-2).
Este creciente flujo de
agua es la imagen de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue dado a los
discípulos. Junto con este don del Espíritu, a los seguidores de Cristo les fue
dada la promesa que él seria un río de vida fluyendo dentro de ellos. Y ese río
fluiría por todo el mundo.
“El que cree en mi,
como dice la Escritura, de su interior correrán iros de agua viva. Esto dijo
del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en el…” (Juan 7:38-39).
Déjame preguntarte:
¿estas comprendiendo esto todavía? Si este río de agua viva es el Espíritu
Santo, entonces Pentecostés, con toda su gloria y manifestación de la presencia
de Dios, fue tan solo el comienzo goteo. El fluir de agua de la casa de Dios
crecería más y más. Se expendería en anchura, profundidad, volumen, poder y
gloria restauradora. La historia de la iglesia demuestra esto.
En el Pentecostés—el
mismo principio de los últimos días—Pedro anuncia que esta agua estaba
fluyendo, como el Señor había prometido. En ese tiempo, Pedro y los otros 120
discípulos tenia esta agua solo hasta sus tobillos. Pero aumento de esa
cantidad en los años que siguieron.
Durante los primeros
siglos de la existencia de la iglesia, el pueblo de Dios fue perseguido.
Entonces, cuando el emperador Constantino llegó al poder, el abrió las
prisiones y minas de sal y liberto a todos los ministros y creyentes que habían
sido esclavizados. El también declaro que el Cristianismo seria la religión
oficial del imperio.
Sin embargo, el hecho
es, que durante esos años de persecución la iglesia creció más. Ahí fue cuando
el agua comenzó a aumentar en su fluir. Esos santos crecieron grandemente en su
conocimiento y revelación de Cristo. Ellos disfrutaron del agua hasta sus
rodillas.
Martín Lutero fue aun
otra vasija que llevo al cuerpo de Cristo a un nuevo fluir de fe. El agua que
fluyo durante la Reformación subió hasta los lomos del pueblo de Dios, mientras
ellos precian en una mayor revelación de la Cruz y obtenían un conocimiento mas
profundo del poder y gloria de Cristo.
Me regocijo mientras me
imagino esos días. Cuan maravilloso debió ser, finalmente, ver como masas de
gentes eran bautizadas, y entrando a una revelación de salvación por fe. Debió
ser tremendo espectáculo ser testigo de multitudes de creyentes, llenos con el
celo por la casa de Dios, apresurándose a las catedrales derribando ídolos e
imágenes a las que una vez oraron. Ahora ellos conocían el gozo y vida del
fluir de Dios por si mismos.
El río de vida llegara a su cumbre
justo antes de la venida del Señor.
justo antes de la venida del Señor.
Esto es presagiado en
la visión dada a Ezequiel. Dios llevó al profeta por un viaje asombroso.
Llevando un cordel de medir, el Señor medio 1,000 cubitos a pasos,
aproximadamente un tercio de una milla. A esa distancia, el Señor y Ezequiel
comenzaron a caminar en el agua. Hasta este punto, el fluir llegaba a los
tobillos.
Ezequiel testifica, “…,
y me hizo pasar por las aguas…” (Ezequiel 47:3). Y el Señor seguía instando al
profeta a seguir adelante, mas profundo y más lejos dentro del agua. Después de
1,000 cubitos más, el agua llegaba a sus rodillas. Y seguía subiendo.
¿Puedes ver lo que
estaba sucediendo aquí? Ezequiel estaba caminando en el futuro, hasta nuestros
tiempos. Los cristianos de hoy en día viven en los últimos 1,000 cubitos del
río en esta visión. Estamos en la última medida de agua. Y Ezequiel dice que
cuando él salió al borde de esta medida, el agua estaba muy profunda para él,
demasiado abrumante. “…Yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de
manera que el río no se podía pasar sino a nado.” (47:5). Él nos esta diciendo
en esencia, “El agua estaba sobre mi cabeza.”
Solo puedo imaginarme
lo maravillado que estaría este hombre mientras el Señor le preguntaba,
“Ezequiel, ¿qué es este mar que ha subido? Si este río se trata de la vida y el
poder de resurrección, ¿quienes son aquellos que serán tan bendecidos para
nadar en tal gloria?”
Quizás has
experimentado la presencia de Jesús en abundancia. Puedes estar entusiasmado
por tu presente revelación de él. Sin embargo, te digo, no has visto nada en
comparación al incremento que viene a los justos. Cristo va abrir nuestros ojos
y maravillosamente aparecerá en nuestros medios. El se revelara a sí mismo a
nosotros, derramando sobre nosotros tanto de su vida como podamos soportar sin
estar en cuerpos glorificados.
El profeta Isaías tuvo
una vislumbre de este mismo río que apareció en la visión de Ezequiel. Sin
embargo, Isaías vio aun más. Según el profeta, en los últimos días el pueblo de
Dios disfrutaría gran protección de ataques satánicos:
“…Por el cual no andará
galera de remos, no por el pasara gran nave” (Isaías 33:21). Isaías se esta
refiriendo aquí a naves de guerra dirigidas por esclavos. Él nos esta dando un
cuadro del enemigo, el diablo, mientras él trata de lanzar un ataque contra
todos los que nadan en las grandes aguas. Y es un cuadro de confusión total.
Satanás esta ladrando
ordenes a su tripulación, “¡Bajen las ventanillas! ¡Zarpen! ¡Fortalezcan el
mástil!” Pero nada funciona. El y sus marineros demoníacos ni siquiera pueden
zarpar para lanzar su buque de guerra. Mientras tanto, todos los esclavos que
manejan los remos permanecen sentados en total confusión.
Dios lo esta haciendo
claro como el cristal para nosotros en estos pasajes: sus aguas vivientes están
fuera de límites para Satanás. Como testifica el Salmista, “Sean avergonzados y
confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que
mi mal intenta. … y el ángel de Jehová los acose. … Y el ángel de Jehová los
persiga.” (Salmo 35:4-6).
El tiempo esta llegando cuando
un número sin precedentes será
vivificado de la muerte espiritual.
un número sin precedentes será
vivificado de la muerte espiritual.
“…Y vivirá todo lo que
entrare en este río.” (Ezequiel 47:9).
Cuando Ezequiel volvió
a la ribera, quedo atónito. Mientras él miraba atrás, él vio, “muchos árboles”
a ambos lados del río. Estos árboles recibieron vida del fluir de las aguas.
Echaron hojas que no se marchitaban y su fruto traía una maravillosa sanidad.
Vida florecía por todas partes en estas torres de árboles frutales.
Si, este río de Dios
traerá vida dondequiera que vaya. Sin embargo, en estos últimos días, también
vamos a ver una inundación correspondiente de muerte:
- El SIDA se ha convertido en un océano de
destrucción en nuestros tiempos, un Mar Muerto del tiempo moderno.
Multitudes se están muriendo de esta horrible enfermedad.
- El amor de muchos también morirá. Según Jesús,
“…el amor de muchos se enfriara.” (Mateo 24:12).
- Pablo añade que burladores vendrán, mofando el
mensaje del pronto regreso de Cristo. Mataran la esperanza de otros santos
de su aparición. Sus mofas harán que muera la moral y que el pecado
abunde.
- Falsos profetas propagaran doctrinas de muerte.
“…Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y
siendo engañados.” (2 Timoteo 3:13). Aun ahora, la muerte espiritual se ha
esparcido a través de la iglesia apostata.
Mas sin embargo, en
medio de toda la muerte y destrucción que vemos, escucho la profecía del Señor
tronando en mi alma: “Mi río va a crecer. Y todo vivirá por donde fluya mi
río.”
Hasta hace solo unos
años, la iglesia en China parecía como si estuviera muriendo. El enemigo había
llevado a los creyentes bajo tierra, y por años no salía palabra de ese país
mencionando el mover de Dios. Los cristianos del Occidente no tenían idea si la
iglesia en China había sobrevivido.
Pero, gracias a Dios,
el río no pudo ser detenido. Estaba creciendo todo el tiempo que nosotros los
occidentales nos preguntábamos acerca del destino de nuestros hermanos y
hermanas chinos. Hoy, sabemos que millones de creyentes allí están nadando en
el río de vida de Dios. Como el Señor ha declarado, “Todo vivirá donde fluya mi
río.”
Ese río fluye a niveles
de inundación en Europa Oriental. Solo quince años atrás, ¿quien podía
imaginarse que fluiría libremente y abiertamente a través de Rumania, Polonia,
Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia, hasta en la fortaleza de Rusia? La
vida en Cristo esta brotando en todas estas naciones, y en otras por todo el
mundo.
Después de los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001, muchos neoyorquinos consideraron
mudarse de esta ciudad. Pero el Espíritu Santo ha cavado un pozo profundo de
agua fluyente aquí, y el río esta subiendo cada vez mas alto. Jesús esta revelando
su santidad de un extremo de esta gran ciudad al otro.
El distrito teatral no
puede sacar el río de Dios de su territorio. Wall Street no puede detener sus
olas crecientes. Los homosexuales radicales no pueden sacarla de Greenwich
Village (villa donde ellos predominan). Los que están a favor del aborto no
pueden detener su fluir en los corazones de angustiadas mujeres embarazadas.
City Hall no puede retrasar su crecimiento. Los rabíes y mullahs no pueden
sacar el río de sus sinagogas y templos. El río esta subiendo, subiendo, y
dondequiera que fluye todo revive.
Déjame preguntarte: ¿Y
tu hogar? ¿Reside la confusión en tu familia? ¿Estas mirando como la muerte
esta arrasando con tus seres queridos? ¿Parece que no hay esperanzas? Aférrate
a esta promesa de nuestro bendito Señor: “…y recibirán sanidad; y vivirá todo
lo que entrare en este río.”
No se como el Señor
hará todo esto. Pero si él dice que el río crecerá y traerá vida a todo lo que
toque, yo le creo. Después de todo, de la noche a la mañana Dios borro el
Comunismo—el movimiento global mas abrumante del siglo pasado—en Rusia, Europa
Oriental y Alemania Oriental. ¿No puede el hacer esto también?
En medio de toda la sanidad y avivamiento,
algunos quedaran fuera.
algunos quedaran fuera.
Aquellos que quedaran
fuera de este maravilloso río de avivamiento “quedaran para salinas.” “Sus
pantanos y sus lagunas no se sanearan; quedaran para salinas.” (Ezequiel
47:11).
Ezequiel esta
describiendo lodazales, llenos de sucio y cenagoso. Mientras el río fluye por
encima de estos pantanos, no son sanados. Con el tiempo, el río les pasara por
encima por completo, dejándolos tan secos que se volverán sal.
En el Antiguo
Testamento, la sal es un símbolo de rebelión y esterilidad / aridez. Los
pantanos de sal que Ezequiel describe aquí representan a aquellos del pueblo de
Dios que sienten profundamente pero no cambian. Tales personas pueden llorar
por su pecado y muerte, pero ellos no obedecen la Palabra de Dios para buscar
su vida. Ellos pueden hacer promesas y tomar resoluciones para cambiar, pero no
son constantes. Isaías hace eco de esto cuando escribe, “Pero los impíos son
como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan
cieno y lodo.” (Isaías 57:20).
No te equivoques: estas
personas profesan abiertamente ser cristianos. Y han sido inundados con
reprensiones santas. El Espíritu Santo ha medido la profundidad de sus almas y
los ha llamado. Pero ellos permanecen igual, no cambian. Ellos han estado en su
río de vida, pero ellos no le han permitido que toque la profundidad de su ser.
Como resultado, la vida
de Jesús no fluye de ellos. En vez de eso, de su vientre fluye un manantial
continuo de chisme, adulaciones falsas, mentiras y distorsiones. Tales personas
no son dadores de vida. Al contrario, todo a su alrededor esta tocado por
contienda y amargura. Están sumidos en lastima de si mismos. Ellos se quejan
continuamente y cuestionan la obra de Dios en los demás. Ellos profesan vida,
pero están en el sucio cenagoso. Son farsantes espirituales, propagando muerte
a todos a su alrededor.
En las palabras de
Pedro, se han convertido en “pozos sin agua” (2 Pedro 2:17). Y, según Ezequiel,
una sentencia de muerte ha sido declarada sobre ellos: “quedaran para salinas.”
Esto es una maldición de esterilidad, relegándolos a una vida sin fruto, a ser
totalmente inútiles. Aun así, permanecen firmes en su rebelión, llenos de
orgullo destructivo.
Trágicamente, Dios
doblara su río de vida para fluya completamente alrededor de ellos. Con el
tiempo, quedaran ciegos, insensibles al peligro en el cual se han puesto. Y
mientras el Espíritu Santo se aleja de ellos, quedaran engañados, clamando,
“Paz, paz,” mientras la destrucción cae a su alrededor.
Ezequiel quizás no
podía creer al ser testigo de estos lugares de muerte. Él veía vida brotando por
todos lados dondequiera que fluía el río, pero esos lugares de muerte
permanecían estériles y blancos por la sequedad.
Te pregunto, ¿cómo
cualquier seguidor de Cristo puede llegar a tal condición? ¿Cómo puede un
siervo llegar a tal vacío, sequedad y alejamiento de su río que es dador de
vida? Pedro explica:
“Ellos andan tras la
carne. Ellos son presuntuosos y atrevidos. Ellos resisten la autoridad ordenada
por Dios. Y hablan mal de cosas que ellos no conocen. Ellos se envuelven en
cosas mundanas y son vencidos por ellas. Y se han alejado de los santos
mandamientos que una vez les fueron dados” (Ver 2 Pedro 2:10-21).
Para mí, la parte más
triste de esta tragedia es que la mayoría de estos pozos secos una vez fueron
fuentes de aguas vivientes. En un tiempo sus vidas brotaban sanidad y
bendición. Pero ahora echan amargura, odio y muerte.
Amado santo, te insto:
si estas atado en amargura tenaz mientras el río fluye a tu alrededor, no te
permitas continuar. Permite que Dios llene tu vientre con agua viviente. No te
das cuenta, pero una inundación de revelación de nuestro Señor esta en camino.
Y no se detendrá para servir a cualquier carnalidad.
Así que, ¿puedes
comprender la magnitud de la visión dada a Ezequiel? Los profetas del Antiguo
Testamento no lo podían ver. Pero a través de su Espíritu Santo, Dios nos ha
dado ojos para ver su grandeza. Por lo tanto escucha: ¡Viene un río de vida!
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